Para mí el otoño es una bocanada de aire fresco, que no frio, después del “mal comer” del verano. Llega un punto en el que el cuerpo te pide cuchara no solo para el helado, y un poco de frio para poder disfrutar de una comida más reconfortante. Los merenderos y las comidas en la playa o a cualquier hora, porque no hay horarios, dejan paso a los pucheros, y el calor del hogar. En este escenario tan pedante que dibujo, son sin duda alguna los callos, un plato de referencia, además de uno de los más representativos de la gastronomía asturiana. Son muchos los sitios en los que poder disfrutar de este plato, con su buen acompañamiento de patatas fritas y siempre cumpliendo la norma de las tres Ps; pequeñinos, picantinos y pegañosus. … More «Todo lo que comes es amor»; Bar Camacho