Sabores del Cantábrico en el Antiguo Zabala de Gijón

En pleno corazón de Cimadevilla, el barrio más marinero y con más historia de Gijón, se encuentra el Restaurante Antiguo Zabala. Ubicado en la calle Vizconde de Campo Grande número 2, muy cerca de la casa natal de Jovellanos y frente al, a mi entender, horror de recreación de la torre del reloj, este local combina tradición y autenticidad con una cocina que mira siempre al Cantábrico. Desde fuera ya invita a entrar, y una vez dentro sorprende con un ambiente acogedor y cuidado, repartido en varios comedores que permiten disfrutar de una comida tranquila. Además, cuenta con terraza, ideal para los días soleados o para quienes prefieren saborear el mar al aire libre.

Hablar del Antiguo Zabala es hablar de un pedazo de la historia gastronómica de Gijón. Sus orígenes se remontan a 1923, con Antonio Zabala, patrón de barco de origen guipuzcoano, que una vez retirado, abrió en Cimadevilla una casa de comidas conocida entonces como Casa Zabala. Con el tiempo se convirtió en un referente para marineros, vecinos y viajeros, famoso por el pescado fresco y la cocina sencilla pero sabrosa. Durante décadas fue pasando de generación en generación hasta consolidarse como uno de los restaurantes más emblemáticos del barrio. Tras un cierre temporal, en 2019 el local reabrió con el nombre de Antiguo Zabala, en homenaje a ese legado, recuperando la esencia de siempre pero con un aire renovado.

La propuesta gastronómica del Antiguo Zabala se basa en el producto fresco, con una carta en la que los pescados y mariscos tienen el papel protagonista. En temporada destacan la ventresca de bonito, preparada a la plancha o a la chapa, los calamares frescos fritos y platos más elaborados como el pastel de centollo gratinado o los boquerones marinados con tomate asado y queso. No faltan tampoco los arroces y algunas opciones de carne, aunque lo que realmente lo define es su apuesta por la cocina marinera de calidad.

En esta ocasión, el menú comenzó con unos calamares frescos fritos que cumplieron con creces: buena elaboración, rebozado en su punto y ese sabor inconfundible de un producto fresco que no necesita nada más para brillar. Un plato sencillo, pero delicioso. La ventresca de bonito a la plancha, en cambio, me dejó con sensaciones encontradas. La primera pieza estaba correcta, pero la segunda hubo que pasarla un poco más por la plancha. Si bien es cierto que la ventresca es un plato donde el producto manda y la plancha es una preparación clásica, esperaba algo más de intensidad. Quizá la ilusión de probarla en plena temporada jugó en contra de mis expectativas. Tal vez hubiera sido mejor pedirla a la espalda, con un sofrito de ajos, para realzar el sabor y darle un punto más de personalidad. Tampoco la guarnición ayudo a la sensación final.

El broche final lo puso una milhojas de postre, ligera y bien presentada, que aportó un toque dulce y equilibrado al cierre de la comida. Todo ello acompañado con sidra DOP, con escanciador electrónico, que ayudó a redondear la experiencia. La cuenta final fue de unos 108 € para dos personas, un precio que refleja tanto la calidad del producto como la ubicación y el prestigio del local.

En resumen, el Antiguo Zabala es un restaurante que mantiene vivo el encanto de la tradición gijonesa, con platos donde el mar es el verdadero protagonista. Un lugar para disfrutar con calma, saborear producto fresco y dejarse llevar por el ambiente especial de Cimadevilla, que siempre añade un valor único a la experiencia gastronómica.


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