La Llingua Llambiona

A muchos les sonará el nombre de la cafetería Ebano, una cafetería abierta las 24 horas en la Avenida de Portugal, famoso por sus deliciosos pinchos, con gran variedad e incluso con verdaderos atrevimientos y ataques al sistema cardiaco, como el pincho de picadillo con huevo frito. Hace pocos días la cafetería Ebano se ha trasladado de local, no lejos del original, tan solo a una manzana, justo detrás del Hotel Silken, por detrás del edificio donde se encuentra el rastro de la ONG Remar. El local hace esquina hacia la pequeña rotonda que tenemos enfrente. Un local amplio, totalmente nuevo y con una decoración moderna. La sorpresa llega al ver que ya no solo es un café con una gran variedad de pinchos y platos combinados, sino que ahora también tiene una zona de restaurante, y no de restaurante de plato del día, sino todo un salón con una carta bastante completa, y que por apariencia nada tiene que envidiar a muchos restaurantes gijoneses.  Independientemente del restaurante uno puede pedir comida para picotear, una hamburguesa, un bocata, un coctel o un helado XXL en la zona de cafetería como en el local antiguo. Nosotros optamos por quedarnos en la parte de cafetería y pedir tres platos para picotear algo. El menú consto de:

• Frituras calientes variadas,
• Ensalada templada de pollo, setas y vinagreta de frambuesa
• Cachopo troceado.

Tomamos cuatro cafés, cuatro refrescos y un agua grande y pan. El precio por pareja fue de 28 €, incluida la propina.

Resulta difícil de valorar un sitio como este, ya que no se trata de un restaurante al uso. Aquellos que lo conocen saben que la comida que sirven esta bastante bien, pero el precio en este caso es un poco, excesivo, no así en los menús juveniles, o el los platos combinados. Cuando digo excesivo no me refiero a desmedido ni mucho menos, simplemente un poco por encima de lo que quizá estuvieras dispuesto a pagar, pero si pensáis que los cuatro refrescos son unos 8 euros, el menú te queda por 12 € por persona, lo cual no está del todo mal. En cuanto a los platos podéis ver en las fotos la presentación muy cuidada, y el tamaño de las raciones, bastante curiosas. En cuanto a al calidad, las frituras bien, ricas, nada que destacar sobre ellas. Las croquetas parecian caseras, por su forma, y así lo indicaba la carta, pero para ser caseras no tenian el sabor esperado, quizá por la utilización de bechamel no casera. La ensalada templada tenia a mi gusto poco “verde”, pero de sabor estaba muy bien. En cuanto al cachopo y sabedores de lo que nos podía esperar al pedir un cachopo en una cafetería, se puede observar la extraña forma del mismo, casi perfecta, recordando a un san Jacobo gigante (alguien comentó que se debería a la forma de la sartén) El rebozado era demasiado grueso, y el grosor de los filetes, finísimo, relleno de queso jamón y algo de pimiento. De sabor estaba bien, pero no lo recomiendo si vais alguna vez.

Con todo esto entramos en la disputa de si un  café restaurante que te sirve en tu mesa con tu mantelito de papel individual, con una decoración guapa, todo limpio, un buen servicio, y unos siete camareros atendiendo, al pedir un cachopo, si no es especialmente bueno, es de esperar o debería de ser igual de bueno que el servido por ejemplo en una sidrería de Gijón.

Quizá no sea un sitio al que ir expresamente a comer, si no vas a tomar el plato del día, un desayuno continental o un pincho, pero estando allí tomando algo, si no sabes que cenar puede salvarte la papeleta de forma bastante buena.

Espero poder ir en otra ocasión y probar el restaurante a ver que tal está. Desde aquí le damos unos merecidos tres lametones