…a quien nooo le guuuste el vino es un a-ni-mal…

Hoy no vamos a hablar de restaurantes ni de comida, sino de uno de los acompañantes más importantes de una buena mesa. Se trata del vino, del vino en todas sus variantes, tinto, blanco, rosado, espumoso y dulce. Algunos de los miembros de la Llingua Llambiona pudimos disfrutar de un curso de iniciación a la cata en la tienda de vinos, La tienda de Vino, de German Robles, etnólogo gijones y experto en vinos y el mundo que lo rodea. Los que asistíamos no éramos ni expertos ni grandes amantes de estas bebidas, pero lo disfrutamos muchísimo, en gran medida a nuestro “profesor”. La cata, nos la imaginamos en una sala en la que un conjunto de “expertos” disertan sobre las bondades y defectos de una serie de vinos que prueban, menean y observan tras un fondo blanco, hablándonos de taninos, sabores hervales, color picota y una serie de conceptos que a los que nos estamos versados en el tema nos suena casi a esnobismo. El caso es que Germán comenzó su charla haciendo una pequeña introducción sobre el proceso de elaboración, desde la vendimia hasta el embotellado, así como de los diferentes tipos de vinos y uva, y como las variaciones en los procesos de producción nos dan diferentes tipos de vinos, como el joven, el crianza, un rosado, un espumoso o un vino generoso. Se trataba de conceptos todos ellos conocidos, pero que nunca habías caído en su verdadero significado, y recalcaba la importancia de saber lo que se toma, para sencillamente saber que los que te gusta. Un ejemplo muy claro era, cuando pedías un Rueda, comparándolo con ir a un restaurante y pedir un pescado. Tras estas aclaraciones, entramos en el “asunto” catando una serie de vinos blancos y tintos, así como un rosa, un espumoso y uno dulce. También tuvimos ocasión de hablar de tópicos asociados a la cata, como por ejemplo el “meneo” de la copa de vino, para aportarle el suficiente calor, como para sacarle diferentes aromas, o la servilleta blanca para poder ver mejor el color. En cuanto a los olores y los sabores, podría sonar a sugestión, pero todos los presentes coincidimos en los aromas que nos evocaban los diferentes vinos. Yo personalmente, tengo que admitir que no di con todos, pero si con muchos. German también habló sobre la importancia de educar el olfato, y de como la gente no le daba la importancia que tiene a la hora de comer, “las cosas no te saben a cordero, te huelen a cordero” por eso cuando estamos acatarrados no apreciamos sabores. También hablamos del color del vino, para saber si se trataba de un vino joven o de un crianza, o de las copas, viendo por ejemplo en el caso de un espumoso, que si una vez servido este desprendía mucha burbuja, significaba que la copa estaba, o bien con algún resto, o bien gastada, y por eso se producían esos hilillos de gas. Pudimos probar vino de Rueda, de Cangas, de Ribera de Duero, Champagne, Moscato,… todos ellos riquísimos, incluso para un “ignorante” como yo en la materia. Dos horas hablando de forma muy amena y agradable sobre el mundo del vino y aprendiendo un montón de cosas. Si os gusta este mundo y os apetece conocer un poco más os lo recomendamos 100%. Los celebra en su tienda, situada en la calle San Bernardo. Una experiencia fantástica que queremos agradecer a Germán Robles, y desearle que siga persiguiendo ese sueño que tenia desde pequeño.


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