Comer en la Toscana, segunda parte

Seguimos en nuestro viaje toscano y seguimos en Montecarlo. El segundo local que visitamos en este bello pueblecito, fue la Piccola Enoteca (Via Roma, 17), un local más populoso donde veías a la gente disfrutar con familiares y amigos de unos vinos, y con una sencilla carta, donde probamos los gnocchetti funghi e crema di tartufo, unos spaghetti al ragú, unos tordelli lucchesi, o una sencilla, pero rica, pizza Margherita y como no regado todo con una botella de vino tinto toscano, en este caso un Stringaio.

Y, por último, si todo esto no os parecía suficiente, os invitamos a visitar un clásico para disfrutar de la bistecca fiorentina. No dejes de visitar Da Benito en Orentano (Via Martiri della Libertà, 2). Horno de leña y cocina sencilla, ¿que más se puede pedir? El local es enorme, pero irradia un punto de, no se como decirlo, una especie de chigre italiano. Visitamos este sitio, ya que queríamos probar la famosa bistecca fiorentina, una pieza de carne poco hecha, a la brasa y con aceite y pimienta, y nos dijeron que sin duda alguna el mejor sitio de toda la Toscana es este. Antes de empezar, nos sirvieron unos antipasto, o entrantes típicos, compuestos de una ensalada de habas y otra de trigo, aceitunas y cebollas encurtidas, embutido de la región con jamón y salami , y unos crostinis variados, es decir unos panecillos tostados con aceite, paté o simplemente mozzarella. Interesante, de todos los restaurantes en lo que comimos antipasto, la de este sitio era una propuesta muy curiosa que salvo por el embutido o los crostinis nunca vimos. Posteriormente la bistecca, que nos sirvieron acompañada de habas blancas y de espinacas cocidas. Una carne rica, con el toque que le da la parrilla de leña, pero nada excepcional, quizá acostumbrados a carnes a la parrilla de gran calidad en Asturias y muchos sitios de España. Vino rosso toscano de la casa en la clásica botella de litro y medio con base de mimbre, un vino sencillo pero rico para acompañar la comida.

La pasta y la pizza es también una buena opción, sencilla, no se te ocurra pedir cosas raras. Contra más sencillo, mejor, una pizza margherita o unos spaghetti bolognesa, y a gozarlo. Lo único no os matéis con el postre porque es bastante flojo.

¿Y de postres que? pues de postres poca cosa, los podéis sacrificar para disfrutar de un buen helado en los numerosos locales que encontrareis. Entre los muchos que probé destacar el que dicen es el mejor helado del mundo en Gelateria Dondoli en la preciosa ciudad de San Gimignano, que siendo ricos, no tienen nada que envidiar a un buen helado artesano.

Como veis, la Toscana es un verdadero paraíso, no solo para los amantes del arte y la historia, donde dejarse llevar por el síndrome de Stendhal, también para los que adoren el más puro hedonismo en la cocina y el placer por el placer. Buenos productos, sencillos y a buen precio. Bella e deliziosa italia.


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