Carbone, nuevo italiano en Gijón

Hace unos meses recibíamos la noticia de la jubilación del dueño del restaurante El Vesubio, uno de los pioneros y más antiguos restaurantes italianos de Gijón. Pero su cierre solo ha supuesto un cambio de dirección y un remozado completo por parte de los dueños de otros locales de hostelería de Gijón, como El Gepetto, Ciudadela, Bellavista, entre otros.

El Carbone di Vesubio, o simplemente Carbone, recordando un poco el origen volcánico de su anterior nombre, está situado en Calle El Muelle de Oriente 2, junto a los jardines de la Reina, y frente a puerto deportivo de Gijón, justo antes de llegar a la Plaza del Marqués.

Local totalmente remozado, mantiene su comedor amplio en la planta baja y un pequeño espacio más tranquilo en un altillo. Uno de sus grandes alicientes es su horno de leña para pizzas y similares. Decoración cuidada, pero insistente en numerosos locales de nuestra geografía, maderas, motivos florales, lamparas tipo mimbre, y bombillas incandescentes.

La carta es bastante amplia, con entrantes, burratas, verduras al carbón, y otros entrantes, pasta, pasta fresca y pasta rellena, risottos y por supuesto pizzas. Amplia carta de vinos, con referencias italianas de todo tipo.

Antes de empezar nos pusieron unos trozos de focaccia muy ricos. Empezamos compartiendo un huevo Carbone, un huevo a baja temperatura, con patata trufada y boletus. Está rico, el boletus y la trufa son apuestas seguras y combina muy bien con el huevo. Le pones una patatas panadera en el fondo del plato y lo gozas.

La carta ofrece la carbonara autentica, es decir con guanciale, yema de huevo, pimienta y pecorino romano, por lo que no dudamos en pedirla. De todos los platos, el peor con diferencia. No es un plato sencillo de hacer, y aun siguiendo las indicaciones de una receta, es fácil que no lo logres. En este caso resultaba insípido, se notaba la pimienta, pero no el pecorino, y la grasa del guanchiale amargaba, con lo que o era demasiado o se habia cocinado en exceso. También probamos los linguini a los cuatro quesos, con provolone, parmigiano,reggiano, gorgonzola y mozzarella, bastante ricos y cremosos, nada pasados de sabor. Los canelones rellenos de guiso de ternera, con bechamel y parmigiano reggiano, están ricos, pero el sabor de la ternera mata tanto la besamel como el queso. No está mal, pero me pide un poco más de bechamel, tomate y queso. Por último, el plato que más me gusto con diferencia, el tortelloni de boletus y calabaza, unos tortellini rellenos con boletus, puré de calabaza y acompañados de una crema de parmigiano reggiano y un poco de jamón ibérico, muy ricos.

De postre probamos el tiramisú, bastante bien de sabor en general, pero tampoco de escandalo, para ser un plato de 7,5 €.

El precio con un agua y una copa de vino no llegó a 23 € por persona. La atención fue buena, personal muy amable.


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