Hoy decidimos regalarnos una escapada a Luanco. Nuestro destino: el restaurante La Playa, ubicado literalmente frente a la arena, en la Avenida del Gayo, 82. Desde su terraza, las vistas de la costa luanquina invitan a alargar la sobremesa, o el vermut, mientras que en el interior se reparten dos ambientes: un comedor clásico y cerrado, y otro abierto al paseo marítimo, donde la brisa entra como un invitado más y ayuda a superar las altas temperaturas.
La decoración no deja lugar a dudas: maderas claras, motivos náuticos y una atmósfera marinera que acompaña una carta basada en productos de temporada. Además fuera de carta ofrecen sugerencias según mercado, como el bonito, estrella del verano asturiano, y que preparan de diferentes formas y cortes, aprovechando su sabor al máximo. Encontramos desde entrantes llamativos hasta clásicos arroces, incluso pizzas con guiños creativos. No es casualidad que su brunch y su drunch tengan tanta fama en la zona.




Comenzamos con un par de entrantes: unas croquetas clásicas, sabrosas y cremosas, y unos chipirones afogaos tiernos y llenos de sabor. Como principales, probamos un cachopo muy tierno, con un empanado crujiente y aromatizado con ajo y perejil, y el arroz, abundante, bien de punto y sabor. No quedo sitio para el postre.
Para beber, agua filtrada y sidra DOP de Peñón con pitorro. El pan en dos versiones: uno blanco y otro con aceitunas negras. El trato fue cercano y amable; incluso, pese a un pequeño error con la reserva, hicieron todo lo posible por solucionarlo.
El precio final fue de unos 150 € para cuatro personas, Una experiencia que combina vistas, buen producto y un trato que invita a volver.
