Hoy nos vamos al barrio alto de Gijón, concretamente a la terraza de la sidrería La Tabacalera, en la plaza Periodista Arturo Arias —más conocida como El Lavaderu. El nombre del local rinde homenaje a la histórica fábrica de tabacos que, durante más de 150 años, ocupó el antiguo convento de las Recoletas. Hoy, aquel edificio emblemático permanece vacío, remodelado con unos bloques de hormigón tan “modernos” como impersonales, y acumulando polvo como tantas otras cosas en esta ciudad.
La Tabacalera es un local pequeño pero bien aprovechado, con comedor en la planta superior y, sobre todo, una terraza amplia que se convierte en su mayor atractivo, especialmente en días de buen tiempo. La carta es extensa, con las raciones típicas de cualquier sidrería asturiana, pescados, carnes y opciones para todos los gustos.




En nuestra visita optamos por salir un poco de lo más clásico. Empezamos con unos boquerones en vinagre, frescos y sabrosos, seguidos de unos calamares que, sin sorprender, nunca fallan. El tercer entrante fue un hígado encebollado, quizá lo más flojo de la comida: correcto, pero sin brillo.
El plato fuerte llegó con el cachopo clásico, estrella indiscutible de la casa y con razón. El tamaño es descomunal, el rebozado está en su punto justo, el relleno resulta jugoso y el acompañamiento de patatas fritas es tan generoso como esperado. También se pidió un entrecot, bien resuelto, y para beber cayeron un par de jarras de sangría y agua.
La cuenta ascendió a 178 €, incluyendo el pan, para cinco adultos y dos niños que comieron más que ampliamente. Una relación calidad-precio razonable, teniendo en cuenta las cantidades y el ambiente.
