Tar d´Abeu: donde la sidra se encuentra con el presente

Hoy visitamos la sidreria Tar d´abeu en el barrio alto de Gijón, concretamente en la calle Maria Bandujo 1, una sidrería con un toque personal que se ha convertido en una opción muy interesante para quienes disfrutan de la buena mesa y cocina asturiana.

El nombre ya es toda una declaración de intenciones: tar d’abeu en asturiano significa “estar animado, con ganas de fiesta”. Y qué mejor forma de celebrarlo que alrededor de una buena mesa, con sidra y platos que invitan a compartir.

El local no es muy grande —cuenta con una zona de barra y varias mesas—, por lo que conviene reservar con antelación. Es una carta corta, pero honesta y coherente. Se nota que hay cariño detrás de cada propuesta, desde las croquetas hasta el pulpo con alioli de puerro. Esa simplicidad bien entendida es precisamente lo que le da valor.

En nuestra visita optamos por varias raciones para compartir: croquetes del llar, güevos rotos con trufa, llombín de xata asturiana IXP a la brasa, rollo de bonito con patatas, chipirones encebollaos d’abeu y pulpo salteado con alioli de puerro y cremoso de boniato. Una selección variada, con guiños a la tradición y toques más modernos. Todos ellos ricos, aunque sin duda destacaria el pulpo. La convincaión con el pure de boniato y el puerro es deliciosa. Lo más flojo sin duda los huevos rotos, ya que la trufa al no ser fresca, no tenia el sabor que esperas.

Tar d’Abeu representa muy bien la evolución natural de la sidrería asturiana: un espacio donde se respeta la esencia —buena sidra, recetas tradicionales, ambiente cercano— pero con un toque de modernidad que se nota tanto en la presentación de los platos como en la selección de ingredientes. No renuncia a la identidad asturiana, pero tampoco se queda anclada en el pasado. Sin lugar a dudas, hoy día, este tipo de sidrerías son las que más me gustan y mejor creo que representan a nuestra gastronomía.

Para beber, disponen de sidra Viuda de Angelón y Castañón, tanto en su versión normal como con Denominación de Origen Protegida (DOP). Nosotros elegimos Valdeboides, la DOP de Castañón, aunque no pude resistirme a acompañar parte de la comida con una sidra con limón bien fresquita, la Angelón Limón, que entra sola. Escancian la sidra, si bien los días más apurados, el ritmo no es el deseable para mesas con varios bebedores.

De postre, probamos las natillas de chocolate blanco y el brownie de chocolate con helado, un final dulce y equilibrado para una comida que invita a repetir.

En definitiva, Tar d’Abeu demuestra que la sidrería puede evolucionar sin perder su alma. Una cocina asturiana que mira al futuro sin olvidar de dónde viene, ideal para quienes disfrutan tanto de la tradición como de los pequeños gestos contemporáneos. Salimos con la sensación de haber comido en una sidrería de las de siempre, pero con ese punto de frescura que te hace querer volver pronto. Tar d’Abeu no intenta reinventar nada: simplemente hace las cosas bien, y eso hoy en día ya es mucho decir.


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