¿Qué tal amigos? hoy nos acompañáis a la provincia de Zamora, concretamente a Benavente, y no a un lugar cualquiera, nada más y nada menos que al Estrella Michelín y dos Soles Repsol, El Ermitaño. El Ermitaño es un lugar con historia, una casa señorial a las afueras de Benavente que incluye una pequeña ermita de 1773. A la cabeza del restaurante tenemos a los hermanos Pedro y Oscar Pérez, herederos de una tradición entre fogones que les ha aportado una base clásica de cocina comenzada por sus padres ya a finales de los 80 del siglo pasado.
Cuando te diriges al restaurante, parece que te hubieras perdido en medio de la meseta, entre campos y huertas, dejando a un lado la autopista A6, cuando en medio de la nada surge la preciosa casa que alberga nuestro protagonista de hoy, y que en su historia no ha estado exento de complicaciones, como su incendio a principios de siglo, pero hoy por hoy se mantiene como un referente de la cocina zamorana de vanguardia, respetando los clásicos, pero introduciendo nuevas ideas. Un pequeño mesón, con aire clásico, nos da la bienvenida, donde poder tomar algo mientras esperas a que te acomoden. Una vez en el piso superior sorprende los espacios, donde prevalece la madera y la calidez, con las mesas distribuidas en diferentes espacios.
Una vez acomodados vemos la carta, donde podemos optar por los menús degustación donde poder disfrutar de diferentes propuestas, o por la carta clásica, donde encontraremos los platos de siempre y la carta de temporada que nos proponen.




Para empezar, un aperitivo de la casa, compuesto por una crema de queso con membrillo y frutos secos muy rica y suave. Como entrantes y recomendación, disfrutamos de los canutillos de cecina, foie gras y membrillo, probablemente el plato emblemático de la casa, muy ricos. Seguimos con otro entrante para compartir, el arroz de pueblo con chorizo, jamón, ternera y manitas de cerdo. Sabor intenso y delicioso, que recuerda al sabor de los callos.




Como platos principales pudimos probar tres clásicos y uno correspondientes a su carta de otoño. En primer lugar, el solomillo de ternera al enebro con su al vinagre, pimientos y piparras. Carne tiernísima y con el toque delicado del enebro. Seguimos con el clásico de la casa, el lechazo asado al horno de leña, con patatas asadas al ajo-aceite y pimentón; realmente bueno, muy tierno, aunque la guarnición lo desmerece un poco para nuestro gusto. El tercer plato se trataba de la carrillera de ternera glaseada al vino tinto con boniato, pepino, alcaparrón y maíz. No se trata de la clásica carrillera, ya que se trata como el pastrami, lo que provoca que en boca sea más consistente que una clásica carrillera. En cuanto a la carta de temporada, la pluma ibérica asada al horno de carbón de encina, con boletus, cebolleta y vermut, muy bueno, muy tierna y una salsa suculenta y deliciosa. Llama la atención como en la mayoría de platos se trabaja con encurtidos.




En cuanto a los postres, cuatro seleccionados, empezando por el propio, chocolate y pistachos, un fino brownie de chocolate con pistachos, sobre el que tenemos un cremosos de chocolate guanaja, un mouse de chocolate dulcey, una trufa de chocolate y amaretto, helado de chocolate blanco con pistacho y un muelle de caramelo al chocolate, perlas de chocolate, grajeas de almendra al turrón y trufadas…ahí queda eso. En resumen, muy bueno y placer para los amantes del chocolate. ¿Qué más probamos? El Bosque de Otoño, un cremoso de castañas al chocolate blanco, helado de hongos, tierra de almendras, polvo de frutos secos y setas silvestres, papeles de setas silvestres y terminado con un toffee de licor de orujo de castañas, muy rico y toda una oda al otoño como podéis ver. Seguimos con otro de mis favoritos, Tableta de leche, cacao, avellanas y azúcar, compuesto por un esponjoso de avellana, un ganaché de cacao con galleta, un cremoso de Azélia y leche de oveja, crema de leche de oveja, helado de leche de oveja, jalea de licor de avellana y cacao, nougatine de grue de cacao, crumble de cacao y azúcar bolado. No hace falta, que busques un diccionario, pincha en cada palabra y te llevara a una pagina donde explican lo que son. Para finalizar reineta, coco, lima y té, una sopa de reineta y té matcha, puré de reineta asada y sorbete de coco, caviar de lima, galleta de coco, perlas de coco y reineta natura y escarchada, buena combinación de sabores, aunque el más flojo para mi gusto.
En cuanto al pan, sirven cuatro tipos, todos ellos deliciosos, pan de hogaza, pan blanco (tipo bregado) pan de semillas y pan de maíz. Para beber agua y unas cervezas, así como unos cafés que sirven en la buhardilla del restaurante, espacio preparado para disfrutar de la sobremesa o de una copa. El precio no llegó a 64 € por persona e incluía las consumiciones previas en el mesón.
Servicio acorde con un estrella Michelín, amables y cercanos, con el chef Pedro Mario atendiendo también a las mesas y preocupándose por el buen funcionamiento de todo.
La sensación general es buena, platos ricos, bien elaborados, buena atención, pero inevitablemente comparado con otros restaurantes de similares características, no me llamó especialmente la atención. No hay nada malo que decir por supuesto, pero no me sorprendió en nada.
Referencias:
- El Ermitaño, la solidez de un clásico en Zamora – 01/03/2021 – La Vanguardia
- El lechazo tiene muchísimas posibilidades más allá del asado – 17/09/2021 – El Norte de Castilla
- El restaurante El Ermitaño ya luce su Estrella Michelin 2020 – 27/01/2020 – Zamora 24 horas
Una respuesta a “El Ermitaño; la «estrella» de Zamora”