Y seguimos contando nuestro fin de semana gastronómico en Lera, Castroverde de Campos, provincia de Zamora, un sencillo pueblo castellano donde late un auténtico templo de la gastronomía y especialmente de la caza y la tradición de Tierra de Campos.
Aprovechando la visita para disfrutar de su menú degustación, del que ya os hablamos, pasamos la noche en su hotel, el cual cuenta con tan solo 9 habitaciones, pero que da un servicio completo, en una habitaciones perfectas.
Para el servicio de la cena optamos por probar algunas recomendaciones que no tuvimos la ocasión de probar en el menú degustación del mediodía. Para ello, contamos con el asesoramiento de Ramón Blas, responsable de sala, en cuyas manos nos dejamos para valorar cantidades. La carta, como ellos mismos nos indican en su web, está formada por platos clásicos que se mantienen todo el año, como los escabeches, las legumbres, los guisos, el lechazo castellano o la caza. También fuera de carta hay platos de inspiración o de temporada, donde están presentes las setas o las verduras según la temporada del año. Nosotros teníamos clara la opción del Pichón Bravío, plato insignia de la casa, así como probar el hocico de jabalí. Como sorpresa, pudimos disfrutar de unas ancas de rana, las últimas que tenia de la última temporada. Tampoco nos quisimos marchar sin disfrutar de las Lentejas con pato, y para aquellos que no querían pichón, una deliciosa caldereta de lechazo churro.
El morro resulta impactante al verlo, y puede echar para atrás a más de uno, pero la combinación de sabor, textura con la salsa concentrada de tomate de fondo, resulta sorprendente. Las ancas de rana, creo que merecen un monumento al chup-chup, porque esa salsa es una auténtica orgia de sabor. El pan bregado se hunde en lo más profundo de la fuente para arañar ese suculento sabor, intenso y delicioso, del pisto que las acompaña. Las lentejas con pato, servidas en mesa, en un plato donde tenemos un poco de foie y de escabeche, resultan soberbias. ¿Te venderías por un plato de lentejas? pues si son estas, me lo pensaría bastante, porque están deliciosas. Caldo ligeramente gordo, lenteja entera y en su punto, sencillamente sensacional. Pude probar la caldereta de lechazo, de diez, con una salsa para hacer caramelos con ella y un sabor a lechazo de diez. Por último el famoso pichón bravío, una carne delicada y suculenta, sabrosísima, y servido acompañado de unas patas chip que le dan un toque crujiente fenomenal.
En cuanto a los postres, compartimos tres opciones; primero una tarta de queso que sabia a queso de verdad, no a nata o queso crema. También un parfait de piñones sobre una cama de miel. Viene a ser una especie de helado, muy bueno, con un delicioso sabor a piñones, pero para mi gusto demasiada miel, pero admito que no soy muy fan de la miel y que a varios comensales les pareció fascinante. También dos helados, uno de mango muy rico y uno especialmente rico y novedoso, un helado de tomillo, dulce y suave, muy refrescante.
Para beber y como no horientados por Adrian, media mesa opto por tinto de Toro, Pellejo elaborado por bodegas Bigardo, y proveniente de la viña más alta de Toro, a unos 780 m de altitud. con un y otra media con blanco con un vino portugués del Alentejo, Lourinho de Cortes de Cima compuesto por uvas alvariño y loureiro. Con el postre no pude evitar disfrutar de un Don PX, un maravilloso Pedro Ximénez de bodegas Toro Albalá
Siguiendo la lógica de las estrellas Michelín, para mi Lera, debería de tener tres, ya que es una cocina excepcional que justifica por si el viaje, además de la calidad que tiene en un tipo de cocina como es el de la caza. Una visita, que si tenéis opción, os va a encantar.
La Llingua Llambiona 